Por Roberto Ciafardo
El 15 de Marzo de 1885, a solo tres años de fundada, la ciudad de La Plata inaugura su primer teatro: el “Apolo”
Ubicado en la calle 54 entre 4 y 5, de estilo italianizante con un amplio foyer al que se ingresaba por tres puertas centrales franqueadas por otras dos que accedían a los espacios laterales del hall. Su sala de planta rectangular dotada de una decoración exquisita podía albergar hasta 500 espectadores.
El Teatro Apolo no solo cumplía funciones como teatro lírico, sino que también se llevaban a cabo representaciones teatrales. La velada de inauguración del teatro estuvo a cargo de la compañía italiana dirigida por el actor Julio Sausoni Dalnegro, ocasión en que se puso en escena la ópera de Giuseppe Verdi “Il Trovattore”.
En 1886, la actriz Sarah Bernhardt llega con su compañía a la Argentina en el marco de una gira internacional.
Nacida en París en 1844, su madre trata de introducirla en el mundo galante para que se ganara la vida como cortesana. Pero Sara no la oye y opta por el arte dramático y a los 18 años debuta con la obra Iphigénie, de Jean Racine como integrante de la Comédie-Française.
Creadora de su propio mito, se valió de todos los trucos y todos los medios para encarnarlo: su delgadez extrema (cuando el canon exigía mujeres abundantes), su crencha roja, sus afiches creados por el checo Alphons Mucha y el prestigio de su “voz de oro”, todo contribuía a una aureola casi sagrada.
Pionera en “mercadotecnia” acudió al artista checo para difundir su imagen internacionalmente confiándole no solo el diseño de sus carteles sino también las escenografías y el vestuario.
El 27 de agosto de 1886 se presenta en el la ciudad de La Plata ofreciendo dos representaciones de “La Dama de las Camelias” de Alejandro Dumas (h).
El éxito fue total. El diario porteño El Nacional publicaba en su edición del 28 de agosto:
Noches de fuertes emociones y gran entusiasmo fue la de ayer para los habitantes de La Plata. Sarah representó “La dama de las camelias” ante un público tan numeroso como apasionado de la gran artista. El Apolo presentaba un magnífico aspecto con las numerosas y elegantes “toilettes” que se veían en los palcos y plateas. Recordamos a las familias de D’Amico, Ugalde, Villarino, Gonnet, De la Serna, Pinto.
En ambas ocasiones fue agasajada personalmente por el gobernador D´Amico que no solo le facilitó su coche particular para que se desplazara por nuestra ciudad, sino que dispuso un tren expreso para el traslado de la artista desde la ciudad de Buenos Aires.
Quizás por esto Sara Bernhardt le envía al gobernador a D’Amico una carta donde hace hincapié en la impresión que le provocó la ciudad.
¡Esas calles inmensas, esos edificios soberbios! ¿Qué? ¿Todo eso es el trabajo de tres años? Gloria al pueblo que por el esfuerzo de su voluntad triunfante puede así hacer brotar del suelo una ciudad que será una de las más bellas del mundo.
Conocida la carta, el diario platense La Capital cerraba la serie de comentarios sobre la visita con esta contundente reflexión:
“A Sarah Bernhardt la hemos visto en La Plata, pero Sarah Bernhardt ha visto La Plata.”
Escribo esto sentado a una de las mesas de la cervecería Modelo, y no puedo dejar de pensar que este lugar es el último testigo de aquellas jornadas. En 1886 era un modesto almacén de ramos generales utilizado por los cocheros para tomar una copa a la espera de que termine la función para devolver a los espectadores a sus hogares.