Por primera vez tras la pandemia, la comunidad japonesa de La Plata tendrá su Bon Odori, un evento que borra las fronteras. El último fin de semana de Febrero, las almas de los ancestros y los mortales se reunirán para bailar hasta la medianoche, luego seguirán bailando en un lugar sin tiempo.

Por Marcos Nuñez

El hombre mira la cuadra con los brazos cruzados sobre la verja; las maderas, algo despintadas, están tan fuertes como el día que las colocó. Eso fue hace ya muchos años. Mira hacia un lado y hacia otro y no por eso las veredas dejan de estar vacías. Todavía no son las diez de la mañana cuando un joven aparece en la esquina; lento, tan lento como se anda una mañana de verano, se aproxima al hombre que mira y cuando lo tiene en frente se descuelga la mochila que lleva al hombro. Compró naranjas, manzanas y algunas verduras. Hacer mandados para los más viejos es una costumbre que saben tener los vecinos de Colonia Urquiza.

—En la cultura japonesa es muy importante la familia, los vínculos —dice Irene Cafiero—. En la comunidad cuidan mucho a los abuelos; están todos comunicados para saber cómo están los más grandes, es parte de la filosofía de cuidar a los ancestros. El Bon Odori tiene que ver con esto, un festival en honor a los ancestros, a los antepasados. Incluso en el ámbito rural es muy fuerte, porque si necesitan un mandado alguien se ofrece para hacerlo.

Irene es historiadora e investigadora de la comunidad japonesa de Colonia Urquiza, el barrio en el que viven unas 200 familias de origen japonés, que está ubicado dentro del radio demarcado por la calle 178 a Ruta Provincial Nº 36 y desde la calle 513 hasta la calle 448.

—Hacia 1961 se instalaron las primeras 10 familias japonesas. Algunas directamente, pero otras por deslizamiento, es decir que primero fueron a otros países y terminaron aquí.

El pequeño Japón fundado en las cercanías de Melchor Romero tiene una superficie de 724 hectáreas y, según el último censo, actualmente viven unos 700 nikkei, nombre con el que se designa a los emigrantes de origen japonés y a su descendencia. Las primeras oleadas inmigratorias trajeron a La Plata a hombres y mujeres que dedicaban sus días a la agricultura; con el correr de los años, otra actividad que tomó fuerza fue la floricultura. Actualmente, en el corazón de la comunidad también se destacan actividades como la apicultura y el trabajo de los viveristas.

Recientemente, la comunidad recuperó un mapa de la región en el que consta que Colonia Urquiza ya figuraba en el trazado urbano de la ciudad alrededor del año 1973.

—Creemos que el nombre surge en la década del 50, cuando se instalan los primeros inmigrantes. Antes que los japoneses eran mayoría los italianos. Y, antes que éstos, vivían ingleses e irlandeses; con el peronismo todas estas grandes tierras y latifundios fueron expropiadas. Aquellas que no se vendieron a los peones pasaron a manos del Consejo Agrario, que las distribuyó a grupos de colonos.

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La comunidad japonesa en Colonia Urquiza es la más grande de la región, pero no la única: están las de Abasto, El Peligro, El Pato y hay también un gran asentamiento en las cercanías de la Ruta 2. En todo caso, lo característico de Colonia Urquiza es que todavía vive allí la primera generación, es decir los primeros que llegaron a la ciudad y que actualmente tienen alrededor de 80 años. Esto no solo es característico en la región, sino también en el país.

Contra el prejuicio que señala a los nikkei como una comunidad cerrada, Cafiero concluyó que no tiene eco en la vida real:

—La apertura de la segunda y tercera generación fue cada vez más amplia, porque fueron las generaciones que salieron del ámbito, fueron a las escuelas, a las universidades, y se adentraron en el universo laboral de la ciudad.

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No sólo el trabajo es la patria de los japoneses. En la ciudad de La Plata, la comunidad ha sabido mimetizarse con las costumbres locales sin perder el arraigo, por eso es común la práctica de golf, béisbol y karate, entre otras actividades.

—La Asociación Japonesa La Plata y Nihongo Gakko La Plata son dos entidades culturales muy fuertes que mantienen la educación y el idioma japonés en la región. También se desarrollan ciertos eventos importantes como el Festival de Canto Japonés y el Bon Odori.

El Bon Odori es una celebración japonesa arraigada desde hace siglos. En el país asiático los rituales se llevan a cabo entre julio y agosto, durante la cosecha de arroz, y reviste una ocasión para reencontrarse con las almas de los ancestros, especialmente con los muertos durante el último año.

La ceremonia incluye ofrendas de arroz, verduras, frutas, dulces y flores para los difuntos, y un pedido: buenos augurios para el año, buenas cosechas, buenos negocios, buena suerte.

—Bon significa “ancestros” (algunos lo traducen como “muertos”) y Odori significa baile. Entonces sería un baile en honor a los muertos. Tras la segunda guerra mundial (antes sólo se usaba para la guerra) se empieza a usar en los festivales.

Las semanas previas al evento, la comunidad practica el baile: nada complejo, movimientos simples y la voluntad empecinada. No hace falta tener sangre japonesa para ejecutar el baile. Algunos lo hacen en sus casas, otros y otras se juntan los sábados, ponen la pista y danzan.

Durante el Bon Odori el compás lo impone el taiko (tambor), que antaño fue un símbolo de la comunidad rural japonesa utilizado para espantar las pestes y los malos espíritus. Los asistentes, mujeres y hombres vestidos con yukata y kimono de verano, alzan las manos y  mueven el cuerpo con el repique de los palillos sobre los tambores. Encima de ellos, suspendidos como guirnaldas, los farolitos de papel (chouchin) iluminan el camino de las almas hacia sus hogares.

Entre otros atractivos, durante el encuentro habrá un puesto donde se podrá aprender a hacer grullas de papel, una figura emblemática para la cultura japonesa. Una leyenda asegura que quien haga mil grullas y logre atarlas todas a un hilo podrá cumplir un deseo.

—Después de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, los que recibieron radiación hacían mil grullas para curarse. Hubo años en que hemos armado hasta 5 mil grullas; sólo pedimos a los asistentes que traigan sus cuadrados de papel.

La celebración del Bon Odori se llevará a cabo en La Plata, más precisamente en Colonia Urquiza, el próximo sábado 25 de febrero. Será el primero tras la suspensión del evento por la pandemia y las ganas de encontrarse y las expectativas son muchas.

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