Por Roberto Ciafardo

Ubicado en el sector sur de Plaza Moreno se encuentra emplazado uno de los monumentos que más leyendas urbanas ha generado en la ciudad. Se trata de “El Arquero”.

Su ubicación y posición han dado origen a distintas interpretaciones sobre la instalación de esta obra, pero mi intención hoy,  es destacar su alto valor artístico que lo convierten en una de las esculturas más importantes de la ciudad.

“El  Arquero” fue adquirido por la Municipalidad de La Plata en el año 1970 conjuntamente con otras obras con la finalidad de enriquecer el espacio público.

Así lo informaba el diario El Día  en su edición del 10 de diciembre:

“La Municipalidad adquirió una obra del escultor Troiano Troiani, que ha sido colocada en Plaza Moreno, sobre el ángulo de la calle 14 y 54. Titulase El Arquero y se trata de un trabajo escultórico valioso, que trasunta el espíritu creador del prestigioso artista. Se suma a las adquisiciones en los salones de Pintura, escultura, grabado y dibujo como resultado de la tarea de difusión cultural encarada por el municipio.”

En el año 1910, como parte de los festejos por el Centenario Patrio, el Gobierno Nacional implementó un sistema de becas para que artistas europeos vinieran a la Argentina y con su trabajo contribuyeran al embellecimiento de la ciudad de Buenos Aires.

Entre los que probaron suerte y arribaron a estas costas se encontraba Troiano Troiani, un joven de 25 años. Su intención era emprender una carrera independiente luego de haber pasado largos años de estudio durante en numerosas academias italianas, ente ellas la de Florencia y Venecia.

Su obra comprende figuras grandes y pequeñas, numerosos bajorrelieves, placas funerarias, medallas, retratos, y estatuas que adornan parques, instituciones, edificios públicos y necrópolis en la Argentina.

Uno de sus primeros trabajos fue una serie de esculturas para la Bolsa de Comercio porteña, realizando después una obra similar para el Teatro Grand Splendid. También son de su autoría los 51 faroles artísticos, de 1 y hasta 5 brazos, de la Plaza de los dos Congresos.

“El Arquero” es una obra realizada en 1924 inspirada en el modelo de “Hércules Arquero” de Émile Antoine Bourdelle, discípulo de Rodin.

A partir de una composición donde la posición corporal es de extrema complejidad anatómica, Bordelle se vio obligado a realizar numerosos estudios utilizando un modelo vivo para estudiar en detalle la anatomía de esta posición. Por sus características compositivas y constructivas, es considerada a esta obra un mojón inicial en el camino hacia la modernidad.

“Hércules arquero” se encuentra en el Museo de Orsay (París). Una réplica se halla emplazada en la Plaza Dante de la Recoleta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

(Arriba) El Arquero de Bordelle en el Museo D´Orsay, (abajo) su copia en Plaza Dante de la Recoleta

“El Arquero” de Troiani se resuelve por medio de una figura realista, con gran resalte anatómico y geometrización muscular. La cabeza de dimensiones mínimas respecto del conjunto hace evidente el carácter monumental de la figura. Su rostro posee un rictus propio de una acción violenta y de mucha concentración. Los músculos son tratados “exageradamente” con la finalidad de generar visualmente más tensión.

 

El escultor platense Eduardo Migo señala:

“La obra es una composición escultórica donde cada una de sus partes: manos, piernas cabeza, se articulan generando una orientación hacia el sentido de la flecha, como si esa fuerza potencial que sale desde el arco pareciera a su vez arrastrar toda la carga de energía de su cuerpo en una sola dirección, es decir, hacia una única salida, transitando a través de una forma embudo hacia el destino final.

La figura en su conjunto manifiesta un triángulo sumamente estable, que es la base del armado visual, y triángulos menores, quedan formados por sus partes individuales como lo es la base de la obra, los brazos y las piernas. Sus ángulos están también tensionados, pareciera que fuera a estallar por sus vértices; ésta resolución fue utilizada muchos siglos atrás por los artistas griegos. Miramos la mano derecha y el dedo índice que sujetaría el hilo del arco, el que pronto soltará.”

Rodeada de una añeja vegetación, imponente marco que le  otorga profundidad a su emplazamiento. “El Arquero”,  desde cualquier ángulo que se lo observe, presenta una armonía inquietante entre el material y los numerosos triángulos que configuran sus partes.

Dotado del arco correspondiente, con un cordel y una  flecha, que se sienten aunque ausentes, el hombre se presenta en el momento decisivo, previo a la acción. Su cuerpo tensionado al máximo en la concentración final de la descarga demuestra nervio y pericia.

 

 

 

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