Durante el solsticio de invierno el pueblo de Huacalera en la provincia de Jujuy, lleva a cabo el mágico ritual de Inti Raymi o Fiesta del Sol, considerado uno de los acontecimientos más importantes de la cultura andina. La tradición Inca dejó su legado en los pueblos andinos de Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y Argentina, en tiempos en que el imperio se extendía sobre un basto territorio, y se establecía como la comunidad prehispánica más importante del siglo XV. Tata Inti es el nombre ancestral en quechua, con el que los incas llamaban al Dios Sol, a quién consideraban creador de vida.
Se llama Inti Raymi a la festividad en la que los pueblos originarios buscan adorar al Sol. Tradicionalmente, el festejo se extendía por quince días, y durante este se sacrificaban llamas blancas y otros animales en honor a su Dios. Esto se debe a que el Sol representaba para ellos las buenas cosechas y estaba vinculado al desarrollo de la agricultura. Esto era así porque Inti proporcionaba la energía necesaria para que crezcan los cultivos.
La importancia de esta celebración permaneció a través del tiempo como herencia ancestral, con sus diferentes matices, pero emerge como parte de la cultura de Huacalera. Los incas poseían un gran conocimiento sobre el cielo y las estrellas, y por eso escogieron el mes de junio, entre los días 21 y 23, como la fecha indicada para llevar a cabo la celebración.
Aquí, lugareños y un grupo de entusiastas viven este ritual como un renacer que los provee de nuevas energías, y revitaliza el alma, anunciando la llegada de un nuevo ciclo, que para nosotros representaría un nuevo año. Al compás de música, se arman fogones y se prepara una especie de tributo a Inti, a través de las ofrendas a la Pachamama.
Los primeros rayos del sol se posan sobre el cerro la Huerta y, arrodillados, los participantes de la ceremonia presentan ante la Madre Tierra hojas de coca, chicha, bebidas alcohólicas y cigarrillos, que se entierran en un pozo llamado apacheta emulando un ritual milenario. Agradecen al Dios los alimentos provistos en las mesas.
Además, se realizan diferentes alabanzas en quechua, aymara y también en castellano. El sitio elegido para el desarrollo de la ceremonia se erige sobre el monolito del trópico de Capricornio, que emerge como escenario de una festividad que, en tiempos de la conquista española, parecía haberse esfumado, pero que nunca dejó de formar parte de la vida de las comunidades originarias, que lo mantuvieron siempre arraigado.
Cuando el imperio cayó, dejó de celebrarse durante largos años, pero en el año 1944 fue retomada principalmente en Cusco. En la actualidad es considerada una de las celebración más importantes de Perú. La Fiesta del Sol trasciende las fronteras y se celebra en diferentes localidades de Argentina. En la localidad de Santa Maria en Catamarca, se realiza la ceremonia de la salida del sol, a través de cantos y danzas, con la participación de jóvenes niños y adultos.
La ceremonia que honra al Sol es la muestra del incalculable valor que conservan algunos rincones de la Argentina. Brota a través de las tradiciones, que se respiran en cada rincón donde continúa presente la historia de nuestros primeros pobladores que dejaron su huella, y nos hace portadores de la magia de revivir uno de los rituales más importantes de la cultura andina.