Por Alison Fitzsimons

En un artículo anterior mencioné la existencia de colecciones que trabajan diferentes problemáticas sociales en la infancia y adolescencia. Problemáticas muchas veces relegadas al resguardo del subconsciente para que, de alguna manera, nos permitan continuar una vida normal bajo la mirada sentenciosa de los demás. 

La literatura realista puede funcionar como punto de inflexión: así como hay quienes optan por determinadas lecturas para superar pérdidas y transitar duelos, están los que creen (como yo) que puede hallarse la sanación de los jóvenes a través de la  ficción.

En esta oportunidad elegí la obra “Perros de nadie” de Esteban Valentino, publicada por la editorial SM en su colección Gran angular. 

Es la historia de dos adolescentes, Bardo y Nueve, que transitan su vida entre los cientos de pasillos de una villa: Dos perros de nadie, y al mismo tiempo propiedad de la mirada inquisidora de la sociedad: tan solo sobreviven.

 Aunque pertenecen a dos bandas enfrentadas, sus vidas se entrecruzan en la violencia y marginalización. Ambas biografías no difieren mucho entre sí, más bien se funden en un mismo lugar: criados en un mundo que les ha cerrado las puertas, encuentran una pequeña salida de la miseria en actos delictivos. Empero, la diferencia radica en las decisiones que toman a lo largo del relato, lo que desencadena en dos finales distintos para sus vidas. Narrada por momentos de manera poética y por otros, en un lenguaje coloquial, nos introduce en lo más hondo de sus sentimientos. 

La obra nos transporta a la vida en la marginalización, atravesada por un sinfín de conflictos que no deja de estremecernos.

La villa se movía entre esos dos territorios: los pasillos, las calles principales. La sombra, la luz. ¿Quién reinaba? Nadie. O sí. Reinaban los dos. El secreto del éxito estaba en saber vivir en ambas.

La villa, la pobreza, la violencia y la superación son los tópicos que recorren las líneas de esta novela. Una realidad que muchos ignoramos.

Perros de nadie es ficción, pero podría ser la historia de cualquier pibe.

“Ellos no tienen nada en sus manos, carpintero. Y mucho menos su destino. Caminan hacia donde los lleva el viento. Y los vientos de estos días los llevan hacia el carajo.”